Esta zona arqueológica cerca de Cancún es un tesoro poco apreciado por los turistas, sin embargo posee evidencias dignas de admirar y conocer
Hay lugares en nuestro país que no obstante la difusión que reciben, son pocos los turistas que se toman el tiempo para visitarlos. Como El Meco, un pequeño, pero relevante sitio arqueológico al norte de Cancún, cuyo turismo potencial prefiere irse hacia Tulum y Cobá o hacia Chichén Itzá.
A siete km del entronque entre la zona hotelera y el centro, en el bulevar Kukulkán y avenida Bonampak, por el camino a Punta Sam, El Meco abarca 650 m de largo en su eje norte-sur, y 200 m en dirección este-oeste, aunque el área explorada y restaurada para fines turísticos es pequeña.
La estructura principal es un basamento de cuatro cuerpos superpuestos con una escalinata central; lo más relevante es que su estructura, de 12.50 m, es la más alta en el norte de Quintana Roo. La pirámide, también conocida como El Castillo, se encuentra en la Plaza A, con el mayor número de edificios dedicados a cuestiones civiles y religiosas, y las habitaciones de elite. El castillo muestra tres etapas constructivas y al pie de la escalinata se hallan dos cabezas que parecen de jaguar, en avanzado estado de deterioro; se trata de serpientes o representaciones de Kukulkán, la serpiente emplumada.
La evidencia más antigua corresponde al periodo Clásico temprano, 300-600 dC, durante el cual El Meco era un caserío de pescadores dependiente de una capital regional, la ciudad de Coba. Durante los 400 años siguientes sus habitantes fueron abandonando el sitio, aunque a finales del Clásico terminal se registró un aumento de población. Las evidencias arqueológicas demuestran que para esa época se observan en la arquitectura y la cerámica, vínculos con pobladores del noroeste de la península y con los del Petén, Belice. Durante el Posclásico, 1000-1100 / 1200-1550 dC., El Meco asumió importancia en la economía regional por participar de una red comercial marino-lagunar y terrestre en la que se integraban todas las poblaciones de la Península de Yucatán. Aunque se carece de los datos exactos sobre el abandono total de este sitio, quizás se debió a los cambios de las costumbres tras el arribo de los españoles al litoral de Quintana Roo.
Durante un tiempo, el lugar estuvo cerrado al público y se reabrió hace un par de años, mas, a pesar de encontrarse tan cerca de Cancún, exactamente tres km al norte de Playa del Niño, Puerto Juárez, es escaso el turismo que acude, extranjeros en su mayoría.
Cabe mencionar que hay muchos moscos -se recomienda aplicarse repelente- y más en la temporada de lluvias. De todas maneras se fumiga dos veces a la semana para que los visitantes puedan recorrer y admirar El Meco sin problemas.
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