Punta Allen, paraíso de belleza intacta

Punta Allen es una comunidad pesquera que cada día se proyecta más como un destino ecoturístico; tiene apenas 600 habitantes y se ubica en la Riviera Maya, a 180 kilómetros de Cancún.

Es un sitio privilegiado porque está enclavado en medio de la reserva de la Biósfera de Sian Ka’an. Milagrosamente, se encuentra intacta la belleza natural con la que fue bendecido.

Casimiro Choc Aguilar, de 68 años de edad, es uno de los personajes de Punta Allen, a quien la mayoría de los pobladores remite de manera obligatoria para saber la historia del lugar. Choc Aguilar nació en Tankah, estuvo en la Marina y Marina Mercante, para luego finalizar su carrera como pescador en Punta Allen.

Nos cuenta que fue registrado en Cozumel, que en aquel tiempo abarcaba los ahora municipios de Solidaridad y Tulum, era la sede donde se realizaban todos los trámites y hasta el registro de los pobladores de estas zonas.

Sentado en su patio de su casa, al tomar el fresco de la tarde, don Casimiro, recuerda cómo Punta Allen pasó a ser de rancho coprero a comunidad pesquera y, ahora, un sitio ecoturístico por su belleza.

Nos cuenta que antes de Punta Allen, la gente llegó a Cayo Culebras que fue una isla que producía de ocho a 10 toneladas de copra (fruta del cocotero), muy utilizado en aquel tiempo para cocinar y para lámparas de aceite cuando no existía energía eléctrica en la zona.

La copra puede contener entre 60 y 65 por ciento de aceite, que se utiliza para la elaboración de cosméticos, velas, glicerina, caucho sintético y plastificante. También se usa en la confección de dulces, la harina de coco es un subproducto de la extracción de aceite y sirve como alimento para el ganado. Los productos residuales de la extracción del aceite sirven para preparar abonos orgánicos.

La familia Moguel vio la oportunidad de sembrar cocoteros para la extracción de copra en Cayo Culebras, lugar donde hizo un rancho y un faro que orientaba a las embarcaciones mercantes en sus trayectos, mismas que compraban este material tan preciado.

El problema, dice Casimiro Choc, es que en la otrora isla, hoy convertida en un cayo conformada por mangles, no había agua potable, lo que obligó a los productores a buscar en la zona continental o la punta de tierra que asomaba, rodeada de selva, un lugar donde se pudiera extraer agua dulce.

Uno de los jornaleros del rancho, Juan Sandoval, decidió buscar agua en la punta y luego de varios meses encontró uno que daba a un río subterráneo. El descubrimiento hizo que el resto de la gente de Cayo Culebras se mudara a esa parte, que luego se convirtió en un importante lugar para la producción de cocoteros.

Cunta Casimiro que “en Cayo Culebra había gente que vivía allá, había casas buenas, pero llegó el huracán del 55, lo acabó todo, lavó las tierras y cayó la producción de coco; entonces Cayo Culebras se volvió inhabitable porque se quedó sumergido en el agua, solamente sobrevivió el mangle y una parte pequeña que rodea al faro”.

Don Casimiro ve hacia el horizonte para recordar tiempos felices, "todos acá pusimos de nuestra parte e hicimos la cancha, el parque, la iglesia”, dijo.

Héctor Alfredo Marín, sobre esta historia comenta que Punta Allen tiene cuatro cooperativas, una de pescadores con 86 socios y tres de prestadores de servicios turísticos.

Reconoce que diariamente arriban 100 Jeeps o Trackers con seis turistas cada uno, que llegan a conocer las bellezas de la zona, practicar esnorquel, tomar baños de sol y disfrutar las playas con más de 20 metros de ancho de arena y otros realizan pesca deportiva o visitan cenotes.

La llegada de éstos deja una importante derrama a la comunidad pesquera de Punta Allen, que es un pedacito de cielo que cayó en el paraíso.

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